La disuasión, sin duda, fue uno de los pilares de la protección ejecutiva tradicional. Armas, patrullas y numerosos agentes intimidantes tenían como objetivo desalentar a cualquier persona o grupo hostil que pudiera representar una amenaza para el protegido. Sin embargo, como la mayoría de las medidas que se usaban anteriormente en nuestra profesión, ésta también fue sobreestimada. Cabe aclarar que nadie pone en tela de juicio que la disuasión tiene sus ventajas, pero, en nuestro trabajo, al día de hoy, tiene, por lo menos, tres grandes problemas:
1. Alcance limitado, cuestionable y difícil de cuantificar. En palabras de Olivera Ćirković, exintegrante de la famosa banda internacional los Pink Panthers, la disuasión puede desalentar a los delincuentes de poca monta, pero no a los grupos organizados y bien estructurados, si estos consideran que el objetivo vale correr el riesgo. Dieciocho escoltas armados no lograron disuadir a los gatilleros y evitar el asesinato de Luis Carlos Galán, candidato presidencial de Colombia. De la misma manera, ni todo el Servicio Secreto de los EE. UU. logró disuadir a John Hinckley de atentar contra la vida de Ronald Reagan; al igual que la seguridad israelí no desalentó a Yigal Amir de asesinar al primer ministro Yitzhak Rabin. Así que no solo los grupos organizados; también los individuos decididos no siempre se desaniman por el espectáculo de la disuasión.
2. La imagen del ejecutivo en la era digital. La revolución digital y la creciente influencia de las redes sociales hicieron que los ejecutivos de hoy empezaran a rechazar la clásica parafernalia de los agentes trajeados con lentes obscuros y actitud amenazante para proteger su imagen ante una sociedad cada vez más horizontal. Lo que antes era un símbolo de estatus ahora se ha convertido en uno de mal gusto.
3. No es un concepto financieramente inteligente. Para disuadir más que al “común” asaltante de transeúntes, se requiere un sistema robusto de por lo menos dos o más gentes, armas, patrullas y equipo específico, lo cual implica un costo elevado, pero, como ya dijimos, sus alcances son muy limitados y difíciles de cuantificar. Si a esto le agregamos el hecho de que las armas y la reacción en la protección ejecutiva tienen un alcance de solamente el 5 % en condiciones reales, utilizar este tipo de medida conlleva una desventaja al considerar su costo/beneficio, por lo que cada vez más ejecutivos rechazan su implementación.
Por supuesto, si se va a utilizar la disuasión o no, y en qué medida, depende de un estudio de riesgo específico para cada caso. Aquí, en términos generales, queremos señalar las ventajas y desventajas de dicho concepto para ayudar a los profesionales a diseñar sus operaciones. Sin embargo, las técnicas como inteligencia, contravigilancia y alerta temprana, siempre serán soluciones mucho más eficaces, más discretas y, por supuesto, más económicas.
