La protección ejecutiva está cambiando, nos guste o no, estemos conscientes de ello o no, empujada por los grandes cambios sociales, por la revolución digital y por otras grandes transformaciones que están sacudiendo el mundo en estos momentos. Serán exitosos solamente aquellos agentes, grupos y organizaciones que reconozcan, se adapten, e incluso se adelanten a este cambio.
Hace veinte años la protección ejecutiva estaba caracterizada por numerosos grupos de escoltas protegiendo a un cliente, moviéndose en un vehículo principal rodeado por otros de avanzada y retaguardia. Los ejecutivos, por lo general, marcaban sus líneas de jerarquía dejando poco espacio de comunicación con los agentes, frecuentemente intimidados por su actitud; mientras que los administradores de seguridad rara vez se involucraban suficientemente en la operación. La capacitación estaba enfocada casi exclusivamente en desarrollar habilidades con las armas de fuego, combate cuerpo a cuerpo y en toda clase acrobacias motorizadas. A pesar de su gran escenografía, este concepto de protección mostró muy poca efectividad en condiciones reales cada vez que fue puesto a prueba.
El día de hoy, en un mundo digital, donde reinan las redes sociales, y en los momentos en que la generación milenial poco a poco está empezando a tomar posiciones en altos cargos, el imperativo de la protección ejecutiva es el perfil bajo, los agentes multitarea, comunicación, inteligencia, planeación, logística y toda actividad enfocada en frustrar los ataques antes de que sucedan. Por otro lado, los ejecutivos son cada vez más accesibles y permiten la comunicación (aunque con una menor conciencia de riesgo), mientras que los administradores de seguridad son cada vez más receptivos a las necesidades de la operación.
En este contexto, la capacitación en protección ejecutiva deberá ir mucho más allá de los “cartuchos y karatazos”, ya que el protector moderno debe adquirir un gran conocimiento sobre la operación diaria, que va desde la inteligencia y alerta temprana hasta adquirir sofisticadas habilidades de comunicación y persuasión, necesarias para comunicarse exitosamente con el cliente y su entorno. Esto requiere de muchas horas de estudio, y sabemos que, por sus horarios, los agentes carecen de tiempo suficiente para capacitarse, lo que eventualmente lleva a la falta de formación necesaria frente a los problemas y riesgos que esto conlleva.
Es por esto que el protector moderno usa cada vez más los medios digitales para capacitarse, puesto que le permiten tomar varios cursos y absorber muchas horas de capacitación especializada en cualquier momento y desde cualquier lugar, utilizando solamente su teléfono celular a través de plataformas digitales de aprendizaje, tales como:
Este método de aprendizaje, sin duda, representa el futuro en prácticamente todas las profesiones, y la protección ejecutiva no es la excepción. Hoy más que nunca el agente de protección requiere de muchos conocimientos para mantenerse a la vanguardia y estar un paso adelante de las amenazas, por lo que el aprendizaje constante, y de modo flexible, se convierte en prioridad. Solamente con una formación sólida y adecuada podremos hacer frente a los cambios que se están dando en nuestra profesión, haciéndola cada vez más segura tanto para los ejecutivos como para los protectores.