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Executive Protection Institute

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La mayoría de las medidas más usadas en la Protección Ejecutiva (CIRM) no reducen los riesgos

Si alguien intentara vender dos llantas y un volante como si fuera un vehículo completo, seguramente se convertiría en objeto de burla, ya que nadie en su sano juicio estaría dispuesto a pagar el precio completo de un auto solamente por algunas de sus partes, por más importantes que estas sean, pues, por sí solas, no cumplen con la función de trasladar personas de un punto a otro, como sí lo haría el auto completo.

Sin embargo, justamente esto es lo que ocurre muy a menudo en la protección ejecutiva (CIRM), en donde se ofrecen solamente algunas partes del sistema de protección, partes muy importantes, sin duda, pero que por sí solas no reducen los riesgos para los ejecutivos quienes las contratan sin conocer sus verdaderos alcances.

Las medidas que no reducen los riesgos (o no lo hacen significativamente) por sí solas son:

  1. Arma de fuego.

De acuerdo con estudios, su alcance en condiciones reales es un poco mayor al 4 %, lo cual, en efecto, podría salvar una vida, pero es muy poco para bajar los riesgos a un nivel óptimo. A su vez, en ciertas condiciones y en ciertas zonas de operación, las armas de fuego pueden elevar los riesgos en lugar de reducirlos. Muchos consideran que su ventaja principal es la disuasión, y esto es cierto, en el caso de delincuentes de poca monta, pero no si consideramos a los grupos criminales bien organizados. El arma de fuego puede reducir los riesgos significativamente en conjunto con otras medidas, mas no por sí sola.

  1. Un solo chofer a veces mal llamado “chofer escolta”.

Un solo chofer, ya sea armado o no, y aun con el debido entrenamiento, no puede reducir significativamente los riesgos, ya que por sí solo no puede manejar con efectividad las “costuras”. Esto lo comprobó de forma lamentable el asesinato del empresario mexicano Martín Rodríguez, ocurrido en enero del 2021 en la Ciudad de México.

  1. Centro de control, GPS, botón de pánico, equipo de reacción.

No cabe duda de que un centro de control y monitoreo es absolutamente necesario y representa la base para cualquier operación de protección ejecutiva, pero, por sí solo, no reduce riesgos. En el caso de un ataque, nos va a dar información precisa de dónde y a qué hora ocurrió y mucha más información invaluable para después poder investigar y, eventualmente, en el caso de que se trate de un secuestro, dar con el paradero del ejecutivo, o apresar a los delincuentes, pero, su uso aislado no evita que el ejecutivo sea atacado.

Este centro, por lo regular, siempre está conectado con las autoridades y/o tiene un equipo propio para reaccionar en el caso de emergencia. Todo esto es muy útil, pero su empleo por sí solo no ayuda a prevenir ni a reducir el riesgo de que el ataque ocurra. Si tomamos como ejemplo el atentado en contra del Secretario de Seguridad Ciudadana, Omar García Harfuch, quien tenía a toda la policía de la ciudad bajo su mando, y la cual llegó realmente muy rápido, nos percatamos que todo esto no fue suficiente para evitar que tanto el secretario fuera gravemente herido y que dos escoltas y una transeúnte resultaran asesinados. Si esto pasó con el máximo mando de la policía, no podemos esperar mucho de un equipo de reacción particular, por muy bueno que sea. El ataque dura solo unos instantes, mientras que el equipo de reacción puede tardar varios minutos en desplazarse, según sea el caso. Esto puede ser muy útil a la hora de auxiliar al ejecutivo al cambiar una llanta (que no es un caso menor) o algo semejante, pero no para reducir los riesgos de un atentado, robo o secuestro.

Medidas que sí reducen los riesgos:

 

  1.  Inteligencia

Proporciona información sobre delitos de mayor impacto que pueden afectar al ejecutivo, señalando los lugares y los horarios en los que son más frecuentes en las zonas de la operación. Esto permite evitar lugares y horarios de mayor riesgo e implementar medidas adicionales para reducir la exposición y la vulnerabilidad. Si el centro de control es alimentado con esta información, se pueden reducir los riesgos frente a diferentes delitos.

 

  1. Contravigilancia 

El ataque a un ejecutivo dura solo unos instantes, pero su preparación implica tanto una observación como un seguimiento prolongados de la víctima que puede durar meses, como lo vimos en los ataques en contra de Norberto Ribera, Omar García Harfuch y el más reciente en contra del empresario restaurantero Eduardo Beaven. La contravigilancia detecta y desactiva el ataque en esta fase temprana de observación sin exponer al protegido a los riesgos y a la incertidumbre que implica la reacción.

 

Como prueba de esto, se citan las palabras de Olivera Ćirković, exlíder de la famosa banda internacional Pink Panthers: “Si durante el proceso de observación y estudio de la víctima nos abordaba un agente de seguridad para preguntarnos lo que hacíamos ahí, o si tomaba nuestras placas vehiculares, de inmediato desistíamos de este objetivo”.

 

Olivera fue juzgada por ser organizadora del grupo criminal que cometió 116 ataques espectaculares en contra de instalaciones y personas en 35 países.

 

  1. Intervención y alerta temprana.

Las operaciones de alerta temprana detectan los puntos en donde se ubican los agresores minutos antes del ataque y los intervienen con anticipación descubriéndolos en su fase de espera, así se pone en alerta al equipo de protección y se evita que el ejecutivo entre en la trampa.

 

  1. Vehículos blindados.

Según sea el caso y la necesidad, los vehículos blindados con un chofer debidamente entrenado reducen significativamente los riesgos durante los traslados.

 

De este breve análisis podemos ver que las medidas más “populares”, las más vendidas, como el arma, el “chofer escolta”, el GPS y el grupo de reacción no reducen los riesgos, mientras que la contravigilancia, la alerta temprana y otras medidas que realmente reducen los riesgos no se usan o tienen una participación mínima en el mercado de la protección ejecutiva.

 

Solamente una combinación de todas las medidas previamente citadas, y también de acuerdo con un estudio de seguridad debidamente desarrollado para cada caso, pueden llevar a los riesgos a un nivel óptimo para hacer de la protección ejecutiva una profesión más segura para todos.

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