En el año 2020, Aristóteles Sandoval, ex gobernador del Estado de Jalisco, México, fue asesinado en el baño de un bar en Puerto Vallarta. En 2022, Salvador Llamas, ex director de Seapal, fue ejecutado en un restaurante en Guadalajara. En 2023, el mando policial de Zapopan, Jalisco, fue ultimado en una cafetería. En febrero de 2024, dos sicarios acabaron con la vida de un empresario minero en un restaurante en Aguascalientes y unos días después, el abogado Bernardo Aguirre fue ejecutado en el restaurante de un lujoso hotel en Monterrey.
En todos estos casos, los agresores se hicieron pasar por clientes antes de llevar a cabo sus ataques.
En la operatividad cotidiana de la protección ejecutiva tradicional, por razones que no logro explicar, los protectores consideraban a los restaurantes como “lugares sagrados”, es decir, espacios protegidos mágicamente en los cuales ninguna influencia maligna podía penetrar. Se acostumbraba a llevar al ejecutivo al restaurante, determinar su asiento y esperar afuera hasta que saliera, creyendo que dentro no le ocurriría nada. Sin embargo, como sucede con muchas prácticas en la protección ejecutiva tradicional, esto carecía de fundamentos, como demuestran estos lamentables ejemplos.
Podemos observar que el modus operandi de los sicarios es llegar al restaurante, a veces antes y a veces después de la víctima, sentarse en un lugar desde donde puedan tener la vista y la cercanía necesaria con su objetivo, ejecutar la agresión cuando este esté distraído y escapar rápidamente en vehículos que ya los estaban esperando.
Aquí podemos identificar varias fallas en la estructura operativa:
1. Inteligencia: en varios de los casos, no había una conciencia clara sobre el alcance de la amenaza, ni se conocían las intenciones ni las capacidades de las personas y grupos que representaban la amenaza.
2. Contra-inteligencia: en varios casos, los sicarios sabían anticipadamente dónde estaría la víctima, y esta información salió de su círculo cercano.
3. Contravigilancia: en otros casos, particularmente en el del mando policial de Zapopan, los asesinos conocían la rutina de la víctima, lo que demuestra que fue vigilada por los delincuentes durante un tiempo prolongado sin darse cuenta.
4. Conciencia situacional: en el caso reciente del empresario minero, los dos asesinos estaban sentados en el restaurante, en una mesa cercana, con gorras y cubrebocas puestos. No se puede comer con cubrebocas puestos, lo que, junto con las gorras, evidencia que su intención no era comer, sino ocultar su identidad para cometer algún delito, sin que esto llamara la atención de nadie.
5. Logística protectora: lo que es común en todos los casos mencionados es que los restaurantes, bares y cafeterías donde ocurrieron los asesinatos estaban ubicados en avenidas relativamente fluidas en los horarios de los ataques, y eran establecimientos de fácil acceso desde la calle, lo que facilitaba mucho la huida de los criminales. En la planificación de un ataque, tener una huida fácil y rápida es lo más crítico e importante para los criminales, ya que si la huida es complicada, el criminal puede ser abatido, herido o incluso arrestado, lo que podría exponer tanto a los autores materiales como a los intelectuales del asesinato, que es la principal preocupación de cualquier grupo delictivo. Por lo tanto, la elección del restaurante es clave para reducir riesgos. Es importante buscar un lugar donde los criminales durante la huida estén expuestos durante un tiempo prolongado a las acciones de los agentes de seguridad y la policía, así como a las cámaras, y donde las condiciones de tráfico en la hora determinada no sean favorables para la huida. Esto puede incluir plazas comerciales u otros lugares similares, dependiendo de las circunstancias específicas en cada caso que debe ser previamente estudiado. Estos factores reducen significativamente los riesgos, y es de suma importancia que el ejecutivo conozca estos principios. Siendo él o ella quien decide sobre los lugares, es importante que estén informados sobre el impacto que esto tiene en su sistema de protección. Además, el lugar donde el protegido se va a sentar debe ser uno que no esté a la vista ni de paso, y también debe permitir una fácil huida. En este tipo de amenazas, los protectores deben estar estratégicamente ubicados en la mesa o mesas que permitan la observación y, en su caso, la cobertura y evacuación del protegido.
