Fragilidad de la reacción: Cómo las armas no frustraron el ataque a Donald Trump

El atentado contra Donald Trump, el pasado 13 de julio en Butler, Pensilvania, prueba de manera inequívoca dos conceptos fundamentales para el futuro desarrollo de la protección de ejecutivos y dignatarios.

1. Las armas de fuego no son decisivas en evitar que el protegido sea herido o muerto
2. Ignorar las fases de preparación de un posible ataque y confiarse en la reacción es la receta perfecta para el desastre

 

Analicemos estos conceptos:

1. En el atentado en Butler, el Servicio Secreto tenía dos equipos de francotiradores con armas largas en la mano, dos equipos de Reacción Rápida también armados con armas largas, un número indeterminado de agentes de protección cercana y de la policía local con armas cortas. Sin embargo, un joven inexperto de solo 20 años logró realizar hasta 8 disparos y herir al expresidente de EE. UU. en la cabeza antes de ser abatido por esta maquinaria de agentes altamente entrenados, armados y equipados. ¿Esto quiere decir que los agentes del Servicio Secreto son ineficaces? No, en absoluto. Esto indica que el sistema, basado en en el uso de armas de fuego, es ineficaz , ya que a lo largo de la historia no ha dado resultados. Nuestro estudio de 136 ataques a prominentes figuras públicas en más de 60 países durante 124 años reveló que las armas de fuego solo fueron decisivas para evitar que el ejecutivo resultara herido o muerto en el 3.6% de los casos, un porcentaje insignificante. Como se puede ver en este atentado, las armas de fuego son muy efectivas para atacar, pero muy poco para defender a un ejecutivo; un joven de 20 años y sin experiencia, con una sola arma, logró superar a toda la maquinaria del Servicio Secreto, hiriendo en la cabeza al expresidente. Esto también se confirma con las recientes experiencias en México, donde en los últimos dos años se han registrado 19 asesinatos de personas con protección armada y 32 de sus escoltas, por hacer lo mismo que el Servicio Secreto: confiar en las armas e ignorar las fases de preparación de un posible ataque. No estoy sugiriendo que las armas de fuego sean inútiles o que deban eliminarse por completo. Su uso debe ser cuidadosamente considerado y basado en un análisis detallado de cada situación operativa. En el incidente, las armas sirvieron para neutralizar al atacante al final , pero no impidieron que el expresidente resultara herido en la cabeza y por poco muerto. Lo decisivo fue la imprecisión del tirador, la rápida reacción del mismo protegido al tirarse al suelo y la cobertura física proporcionada por los agentes unos instantes después. Queda claro una vez más que cualquier operativo que dependa exclusivamente del uso de armas está condenado al fracaso.

 

2. Previo al atentado de Butler, el agresor dio todas las señales habidas y por haber de que iba a atacar días antes del evento, horas antes del evento y minutos antes del evento. Sin embargo, no fue identificado ni detenido previo al ataque como debió de haber ocurrido. Esto pone en evidencia que el Servicio Secreto, dentro de su doctrina, no cuenta con un sistema de protección anticipada y confió todo en la disuasión y reacción. De acuerdo con los informes del Wall Street Journal, el atacante realizó una vigilancia detallada del lugar desde el anuncio del evento, diez días antes de su ejecución. Con meticulosidad, evaluó el entorno, se posicionó estratégicamente en los techos para calcular distancias y visibilidad, e incluso manejó un dron en repetidas ocasiones. Esta vigilancia fue muy burda y descuidada pero ni así fue detectada por los protectores. Si el Servicio Secreto hubiera implementado operativos de contravigilancia dentro de su doctrina y procedimientos operativos, habrían detectado al atacante con días de antelación y evitado el desastre. Además, la ausencia de un sistema de alerta temprana fue notable. A pesar de la existencia de zonas específicas alrededor del evento propicias para un ataque, no se asignaron agentes de alerta temprana para monitorear y actuar sobre estos puntos de vulnerabilidad. Si bien es comprensible que la seguridad perimetral sea responsabilidad de la policía local, los “lugares críticos de alerta” requieren la intervención de agentes especializados en alerta temprana. La falta de este sistema estructurado y la comunicación deficiente con la policía local resultaron en una falta de acción cuando el agresor fue detectado por civiles momentos antes del ataque. Un sistema de alerta temprana efectivo por parte del Servicio Secreto habría permitido prevenir el ataque minutos antes de su realización.

 

El atentado contra Donald Trump es un ejemplo muy claro de lo fácil que puede ser detectar y desactivar un ataque en la fase de preparación y lo difícil que resulta neutralizarlo en los momentos de reacción. El problema es que el peso operativo estaba mal distribuido, ya que se invirtió todo en la reacción y nada en la anticipación. Esperemos que este trágico y claro ejemplo sea un parteaguas para que la protección ejecutiva esté más orientada a accionar sobre las fases de preparación del ataque en lugar de reaccionar al ataque mismo. Solo así podremos hacer nuestra profesión más segura tanto para los protegidos como para los protectores.

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