La tarde del lunes 13 de octubre de 2025, alrededor de las 16:50 horas, fue asesinado el abogado David Cohen Sacal en las escaleras exteriores del edificio José María Morelos y Pavón, parte de la Ciudad Judicial de la Ciudad de México, frente a sus escoltas.
Cohen Sacal estaba en la “costura “, la parte más critica de la operación cuando un joven se le acercó y le disparó a quemarropa al menos seis veces —una de ellas en la cabeza— sin que sus escoltas armados hicieran absolutamente nada durante o después del ataque.
El caso se volvió mediático en cuestión de minutos. Periodistas, comentaristas y usuarios de redes sociales se apresuraron a crucificar a los escoltas por su falta de reacción y a tachar de “patito” y poco profesionales a las empresas de seguridad involucradas.

No pretendo justificar la inacción de los protectores —que ciertamente es reprobable—, pero lo que la mayoría de estos “expertos de redes” desconoce es que solo en México, en los últimos tres años, 30 ejecutivos han sido asesinados frente a sus escoltas armados. En esos mismos incidentes, 42 escoltas también murieron protegiendo a sus clientes.
La mayoría pertenecía a fuerzas policiacas, unidades militares o empresas privadas, y, sin embargo, nadie dijo nada.
Casos como el de Alfredo Cabrera, asesinado en mayo de 2024 frente a 15 escoltas de la Guardia Nacional armados con fusiles, o el de Alfredo Alonso López, ejecutado en 2023 junto a 10 escoltas armados, ilustran perfectamente el punto.

Y nadie dijo nada.
Si ampliamos la mirada, en los últimos 125 años, 66 figuras de alto perfil a nivel mundial han sido asesinadas frente a sus escoltas armados sin que estos pudieran intervenir eficazmente.
Entre los casos más notables están:
• Donald Trump (2024): recibió una bala en la oreja, en presencia de decenas de agentes del Servicio Secreto, sin que pudieran prevenir el ataque.
• Yitzhak Rabin (1994): primer ministro de Israel, asesinado frente a sus escoltas, considerados entre los más capacitados del mundo.
Estos ejemplos muestran que no es justo crucificar a estos escoltas ni a las empresas, cuando incluso los cuerpos de protección más prestigiosos del planeta han fallado en circunstancias similares.
El problema no reside en las personas ni en las empresas, sino en los conceptos y sistemas.

Desde una perspectiva científica e histórica, no existe evidencia de que la protección de cerca ni reacción armada sea efectiva: en los últimos 125 años, solo el 3.57% de las intervenciones armadas de escoltas han logrado evitar la muerte del protegido.
Como lo hemos repetido en múltiples ocasiones, un escolta —armado o no— solo tiene sentido dentro de un sistema integral que combine:
• Inteligencia y contra-vigilancia,
• Logística defensiva, y
• Dominio cognitivo, es decir, comunicación y cooperación real con el protegido.
La única manera de detener un ataque es neutralizar sus fases de preparación: meses, días, horas o minutos antes de que ocurra, tal como explicamos en nuestro video: https://youtu.be/e8c0yyqRitE?si=Q7-nuitaDlEla2d7
Si no transformamos de manera inmediata la forma en que entendemos y practicamos la protección ejecutiva, estas tragedias continuarán.
Solo mediante la implementación del Sistema de Protección Anticipada, que protege al ejecutivo en el tiempo y no solo en el espacio, podremos hacer de esta profesión una actividad más segura tanto para los protegidos como para los protectores
