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Executive Protection Institute

Executive Protection Institute

The seams and the Dakota Street bombing: another call to change executive protection.

La protección ejecutiva es, probablemente, la única profesión que sigue practicándose sin algún tipo de cambio, a pesar de su fracaso en el cumplimiento de sus objetivos, prácticamente cada vez que es puesta a prueba. Lo más lamentable es que este fracaso implica la pérdida de vidas tanto de ejecutivos como de escoltas, e inclusive de ciudadanos inocentes que se encuentran en el lugar y momento equivocados.

Ante tal situación, cabría preguntarse si es necesario un incidente notable para que tanto usuarios y responsables entiendan que la protección ejecutiva no simplemente es contratar un par de agentes armados, sino que representa un sistema completo de planeación y logística cuyo propósito es reducir la exposición del ejecutivo al riesgo e interceptar una agresión en su fase de preparación. Cuando llega el ataque ya es muy tarde.

Otro lamentable ejemplo del fracaso de la protección ejecutiva tradicional sucedió el pasado viernes 22 de enero, en la Ciudad de México, cuando el empresario Martín Rodríguez Sánchez, presidente del Consejo Internacional de Empresarios (Coine), fue asesinado junto con su escolta al salir de un gimnasio en la colonia Nápoles. El ataque fue perpetrado con armas de fuego por dos sujetos a bordo de una motocicleta. Una transeúnte también resultó lesionada.

Como en otros casos que hemos analizado recientemente, los procedimientos de contravigilancia y alerta temprana no fueron aplicados Evidentemente, la agresión cumplió con todas las fases que hemos descrito en artículos previos: recolección de información sobre la víctima, prolongada vigilancia hostil y la espera en el lugar cercano antes del ataque. Resulta obvio que los agresores conocían la rutina del empresario, sus horarios y los lugares de mayor oportunidad para una agresión. El ejecutivo no contaba con un sistema de seguridad que pudiera detectar y detener a tiempo el ataque mientras era preparado, y, como pasa casi siempre, por desgracia, no pudo repelerse en su fase de ejecución.

Cabe señalar que, en estos casos, el responsable del fracaso no es el escolta, porque, en realidad, no puede hacer mucho. Los responsables son los que dirigen la operación, al igual que el propio usuario, por no conocer y no saber implementar un sistema adecuado que permita reducir los riegos y desactivar los ataques de manera anticipada a través de la contravigilancia y alerta temprana.

Sin embargo, en este caso particular, señalaremos otro concepto de suma importancia, el de las llamadas costuras.

En el argot de la protección ejecutiva, llamamos costuras a las exposiciones al riesgo del ejecutivo en el momento de cambiar de un ambiente controlado a otro; por ejemplo, al salir de un lugar para entrar al vehículo. Un significativo número de atentados, robos y secuestros suceden precisamente en las costuras. Por tal motivo, los profesionales en protección ejecutiva hacen todo lo posible para reducir o eliminar este tipo de peligros.

El estudio inicial de seguridad debe señalar cada una de las costuras; explicar el concepto al propio protegido para, en conjunto (éste y sus protectores), realizar las acciones pertinentes que lleven a reducir este tipo de exposiciones. Por ejemplo, si acudir al gimnasio implica exponerse en la calle de manera constante y rutinaria, lo más recomendable es, en conjunto con el ejecutivo, buscar un lugar de entrenamiento donde se pueda recortar la costura, es decir, llegar de manera directa a través de un estacionamiento bien vigilado y previamente revisado. Claro está que no se elimina totalmente el riesgo, pero lo reduce significativamente. Este concepto se explica ampliamente en el libro Protección Ejecutiva en el Siglo XXI: La Nueva Doctrina.

 

Para nosotros es claro: en la protección ejecutiva moderna el usuario tiene un papel activo en su propia seguridad; no puede asumir que lo único que necesita es solamente un escolta que lo siga automáticamente a todos lados.

De nada serviría un automóvil blindado si el ejecutivo se expone todos los días a la misma hora cuando camina sobre la calle, desde su oficina o gimnasio, al vehículo. La protección ejecutiva implica la reducción de la exposición del ejecutivo al riesgo a través de la planeación y logística, mas no jugar al viejo Oeste esperando resolver todo a través de un conflicto con armas.

Son urgentes la necesidad de un cambio en la estructura operativa de esta profesión y la participación de los administradores de seguridad, al igual que de los propios usuarios, con el fin de salvar las vidas tanto de los protegidos y escoltas como la de los ciudadanos.

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