La cachetada al presidente francés Emmanuel Macron, el ataque con una piedra al presidente chileno Gabriel Boric, el ataque con una botella de agua a su predecesor Piñera, agresiones usando huevos contra varios candidatos presidenciales europeos y otros eventos ocurridos últimamente, mostraron la vulnerabilidad de los altos ejecutivos mundiales. Varios especialistas en diferentes foros coincidimos en que un magnicidio durante un evento público es solo cuestión de tiempo.
Lamentablemente esta profecía se cumplió el día de ayer cuando fue asesinado el ex primer ministro, y una de las figuras políticas más influyentes de Japón, Shinzo Abe. El político fue asesinado a tiros en plena calle el viernes 8 de julio en la sureña ciudad japonesa de Nara, mientras daba un discurso en un evento electoral. Yamagami Tetsuya, un hombre de 41 años, exmiembro de las fuerzas armadas de Japón, disparó al exmandatario por la espalda con un arma de fabricación casera.
De acuerdo tanto con las agencias Reuters como con The Japan Times, Shinzo Abe contaba con un equipo no cuantificado de protectores armados, que, como en otros casos similares, no lograron siquiera sacar sus armas, y solamente pudieron someter al atacante con las manos vacías únicamente después de que este hirió de muerte al exmandatario.
Como ya lo mostraron los ataques benignos anteriormente mencionados, la protección de varios líderes mundiales carece de una estructura operativa coherente y eficaz, la cual esencialmente se basa en el blof de los agentes armados y trajeados, quienes ya no espantan a nadie. La protección ejecutiva es un sistema de logística y planeación que reduce la exposición del ejecutivo al riesgo y no un enfrentamiento armado al estilo del viejo Oeste. Esta planeación y logística brillaron por su ausencia en el atentado de Nara.
Shinzo Abe se encontraba dando un discurso, totalmente expuesto en plena avenida, sin ninguna medida adicional que redujera su exposición, donde es prácticamente imposible protegerlo. Esta imagen de Reuters dice más que mil palabras:

Como podemos ver, el ex primer ministro estuvo expuesto en lo que llamamos 540 grados, o sea, 360 grados alrededor de él y 180 grados encima de él, ya que la foto muestra claramente las vulnerabilidades que tenía el ejecutivo también desde los altos edificios que rodean la escena del crimen. No existe cantidad de personal ni de armamento que pudiera haber protegido al político ante exposición tan grande, generada por esta inconcebible falla logística.
Es importante señalar que, en este tipo de eventos, la presencia de los “agentes sombra”, infiltrados entre la multitud, con la tarea de emitir la alerta temprana y sorprender al agresor, es esencial. Todo el equipo de protección de Shinzo Abe fue muy fácil de identificar, lo que, adicionalmente, facilitó el trabajo del agresor.
Aun así, todas estas medidas hubieran sido de poca utilidad, ya que, ante esta colosal falla logística, la posibilidad de reducir riesgos con otras medidas era mínima.