El canciller chileno, Alberto van Klaveren, sufrió un intento de asalto a su automóvil alrededor de la medianoche del sábado 9 de septiembre, del cual salió ileso. Los hechos ocurrieron en las inmediaciones de su domicilio,en el momento de su llegada, mientras estaba en compañía de su conductor y una escolta policial. Dos atacantes descendieron de un vehículo, uno de ellos amenazando con un arma de fuego, momento en el cual la mujer escolta extrajo su arma y abrió fuego. Según CNN Chile, los atacantes no dispararon, mientras que otras fuentes periodísticas indican que la policía realizó 13 disparos, hiriendo levemente a uno de los atacantes en el hombro, frustrando así el asalto. Los delincuentes contaban con otros tres cómplices que no participaron activamente en el delito.
Evidentemente, la actuación de la mujer policía fue efectiva, ya que tanto el canciller como ella misma resultaron ilesos y el asalto fue frustrado. Ella actuó de acuerdo con su formación y entrenamiento, obteniendo buenos resultados.
Sin embargo, es importante destacar que tanto la actuación como la estructura operativa fueron diseñadas desde el punto de vista de la fuerza pública y no de la Protección Ejecutiva. A menudo escuchamos noticias de cómo un policía frustró un asalto a un negocio, banco o a un transeúnte. Pero el método de trabajo enfocado a frustrar un ataque en curso no debe aplicarse en la protección ejecutiva, ya que se requiere que el ejecutivo ya esté bajo ataque, y eso es precisamente lo que se busca evitar en nuestra profesión.
No cabe duda de que, al repeler el ataque accionando su arma, se elevó la apuesta, ya que el riesgo de perder un bien material se convirtió en el riesgo de verse involucrado en un fuego cruzado y poner en peligro la vida del canciller. En los últimos seis años, en México, donde este delito es mucho más frecuente que en Chile, tres protegidos perdieron la vida en fuego cruzado cuando sus escoltas trataron de defenderlos de asaltos similares. En el mismo periodo también 3 escoltas perdieron la vida y cuatro resultaron heridos en las mismas circunstancias.
Cuando la protección ejecutiva se vuelve letal: El caso del empresario David González y la necesidad de reformular los servicios de protección
Al repeler el asalto en esta circunstancia, el protector involucra inevitablemente a su protegido en una ruleta rusa con grandes posibilidades de perder la vida, ya que, por muy capacitado que sea el protector, siempre hay un sin número de factores que inciden y que están fuera de su control.
El enfoque de la Protección Ejecutiva es evitar un ataque, no esperarlo para reaccionar, lo cual ha sido la filosofía de trabajo de muchos miembros policiales o castrenses asignados a esta actividad sin entrenamiento especializado.
Es evidente que, si analizamos el caso, nuestra valiente compañera no tenía ninguna herramienta para prevenir el ataque. El vehículo no era blindado, no había una alerta temprana (que fácilmente hubiera detectado con anticipación a cinco personas cerca de la “costura “), no se implementó una logística protectora para reducir la exposición, entre otros aspectos.
(Puedes aprender más sobre la alerta temprana en este video:
Afortunadamente, en esta ocasión, su acción fue exitosa. Sin embargo, utilizar a los policías como escoltas sin la formación especializada en protección ejecutiva resulta fatal contra los agresores serios como lo demostró el reciente lamentable asesinato del candidato presidencial de Ecuador, Fernando Villavicencio. La protección ejecutiva es una profesión sui generis con una metodología, enfoque y herramientas propias que no debe confundirse con otras ramas de seguridad a pesar de tener similitudes. Solo así podemos hacer que esta profesión sea más segura tanto para los protegidos como para los protectores.
