Cuando ocurre algún atentado, el cual solamente por estar grabado gana mucha notoriedad en las redes sociales, se genera una gran cantidad de comentarios en donde los inexpertos siempre analizan únicamente el momento de la agresión, mientras que los especialistas se enfocan en los minutos, las horas e inclusive los meses antes de que el ataque ocurra.
Esto se vio la mañana del pasado jueves 2 de diciembre en el boulevard Buganvilias, en la zona 6 de la Ciudad de Guatemala, cuando varios hombres armados descendieron de un vehículo sedán y dispararon en contra de un empresario y tres de sus escoltas, mientras circulaban en una camioneta pickup color dorado. No se observó que ningún agente de seguridad repeliera la agresión. Un protector perdió la vida, mientras que el ejecutivo, quien aparentemente conducía el vehículo, y otros dos escoltas resultaron heridos.
Este es un claro ejemplo en donde se cuenta con los recursos suficientes, pero se carece totalmente de conocimientos y estrategias, lo cual, en la protección ejecutiva, cuesta vidas. No me voy a enfocar en lo ocurrido, durante el momento, ni en las acciones tomadas o en las rutas elegidas, puesto que ya fue comentado de sobra, más bien me iré sobre los errores estratégicos y conceptuales.
1. Como lo hemos dicho varias veces, la base de la seguridad en los traslados no son las armas, sino los vehículos blindados, aquellos que nos permiten reducir la vulnerabilidad del ejecutivo al riesgo; los cuales, en este caso, hubieran sido de mucha utilidad durante el ataque.
2. De acuerdo con las versiones periodísticas, fue el ejecutivo quien manejaba la unidad, lo que es, desde luego, un error grave. En un esquema de seguridad, es un agente de protección quien debe conducir el vehículo, estando el mismo debidamente entrenado para saber qué hacer antes, durante y después de una agresión.
3. En este caso, se optó por el obsoleto concepto de “protección de cerca”, donde el ejecutivo se rodea de agentes de seguridad que se proponen responder a las agresiones a un lado del protegido cuando el ataque ya está encima, lo cual pone en gran peligro a todos. Los nefastos resultados de este arcaico concepto son evidentes en este atentado.
Versus esta inútil estrategia, tenemos el concepto de protección anticipada, el cual tiene como propósito desactivar los ataques en sus fases de preparación, lejos del ejecutivo en tiempo y espacio, lo que pudo haberse logrado con los recursos existentes si, en el citado ataque, los protectores hubieran tenido el conocimiento suficiente para poder accionar antes. En lugar de rodear al ejecutivo con tres escoltas, que finalmente no lograron hacer nada, se les hubiera capacitado adecuadamente y, así mismo, asignado tareas específicas. Tales se describen en seguida:
Escolta 1. Actividades de contravigilancia. Antes de un ataque, los criminales siempre observan a su víctima durante los meses previos. Esto lo pudimos confirmar en algunos atentados que han ocurrido en México en los últimos años. Por ejemplo, tenemos el perpetrado en contra del cardenal Norberto Rivera, el del jefe de la Policía de la Ciudad de México, Omar García Harfuch, o el ataque en contra del empresario restaurantero Eduardo Beaven, entre otros. En el caso del atentado del pasado jueves, también fue evidente la carencia de contravigilancia, ya que los agresores conocían perfectamente la ruta y sus debilidades. Un agente trabajando en contravigilancia hubiera detectado y desactivado oportunamente el ataque meses antes de que ocurriera.
Escolta 2. Tareas de alerta temprana. El vehículo de los agresores no pudo salir “mágicamente” de la nada, sino que estaba resguardado en un lugar estratégico a lo largo de la ruta, o bien siguió al ejecutivo desde un punto específico. La alerta temprana, para la cual las motocicletas son muy favorables, detecta esta actividad minutos y, a veces, hasta horas antes del ataque; avisa oportunamente, con el objetivo de que el ejecutivo no caiga en la trampa, o bien se desvíe al punto de apoyo previamente elegido. Esto te explicamos en el siguiente video.
Finalmente, si todo esto falla y el ataque eventualmente ocurre, los agentes de contravigilancia y alerta temprana, de acuerdo con el plan operativo establecido, y actuando como agentes sombra, podrían desde el segundo círculo sorprender de diferentes formas a los agresores, elevando así la posibilidad de que el ejecutivo salga con vida del ataque. Esto lo explicamos en el siguiente video.
Escolta 3. Su tarea consiste en conducir el vehículo blindado y reaccionar apropiadamente en el caso de algún ataque, siempre y cuando actúe de acuerdo con su entrenamiento.
Como podemos ver, los recursos existentes pudieron haber sido utilizados de una manera mucho más eficaz tanto para evitar el ataque como para actuar de una forma más efectiva. Es apremiante sustituir el nefasto concepto de “protección de cerca” por las operaciones de protección anticipada para salvar las vidas tanto de los protegidos como de sus protectores.
